Averno era el nombre antiguo que se le daba, tanto por griegos como por romanos, a un cráter en Campania, en cual era la entrada al inframundo, El Más Allá, donde se encontraba el Aqueronte, río tenebroso, con un barquero llamado Caronte, al cual hay que pagarle el viaje. Por eso, los griegos tenían la costumbre de poner una moneda en la boca de los cadáveres, a fin de que estuvieran en condiciones de pagar el transporte.
Cerbero, un perro de tres (o
cincuenta) cabezas guardaba las puertas del infierno. Era hijo de Tifón y
Equidna, ninfa monstruosa hija a su vez de Medusa; tenía el lomo erizado de
serpientes, la cola de dragón y sus fauces destilaban veneno. Se encontraba en
la otra orilla de la laguna Estigia, por donde el barquero Caronte llevaba las
almas desde la tierra al Hades o Averno. La principal misión de Cancerbero era
no dejar salir a nadie.
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